Dolor Crónico: una voz para los más más débiles

Este año se puso el foco en los más vulnerables, ancianos, infantes y adolescentes, personas con déficit cognitivo o desórdenes psiquiátricos, a los sobrevivientes de tortura y prematuros o neonatos.

Dolor. | GERD ALTMANN / PIXABAY.

Por Pablo Brumovsky y Marcelo Villar*

El problema del dolor nos atraviesa a todos, y somos muchos, muchísimos, los que tarde o temprano lidiaremos con algún tipo de dolor crónico. Para llamar la atención sobre un problema que afecta a 1 de cada 5 personas en el mundo, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), la Federación Europea del Dolor y la Organización Mundial de la Salud establecieron al 17 de octubre como el “Día Mundial contra el Dolor”, resaltando la urgencia de brindar alivio al sufrimiento que tantas personas padecen por causa del dolor.

Acompañando la iniciativa, la IASP lanza cada septiembre el “Mes de Concientización sobre el Dolor”, con acciones que incluyen una amplia campaña en las redes sociales (#PainAwarenessMonth), o la organización del “Día Mundial Cien Ciudades contra el Dolor”, involucrando este año a más de 100 ciudades europeas en esta cruzada. En la misma línea, la Asociación Argentina para el Estudio del Dolor organizó el pasado mes su Congreso Bianual, con numerosas charlas del más alto nivel sobre el tema. Asimismo, el Grupo de Interés Especial en Investigación en Dolor organizó el curso pre-congreso “Terapias emergentes para el control del dolor patológico”, con la presencia de un grupo pujante de investigadores en dolor en la Argentina.

Como puede apreciarse estamos frente a un tema que cobra cada vez mayor relevancia. En ese sentido la IASP ha puesto este año el foco en el dolor en los más vulnerables, cuya complejidad obliga a un abordaje para el cual no siempre hay estrategias claras. Entendemos por vulnerables a los pacientes ancianos, los infantes y adolescentes, las personas con déficit cognitivo o desórdenes psiquiátricos, a los sobrevivientes de tortura y podemos incluir entre ellos a los bebés prematuros o neonatos. Se considera neonato vulnerable a todo niño/bebé que nace prematuramente y está enfermo o comprometido por una enfermedad, algún defecto del desarrollo o eventos adversos que ocurren intra-útero o durante el desarrollo inmediato al nacimiento. Estos bebés pasan los primeros días de sus vidas, a veces semanas, en las unidades de cuidados neonatales donde son sometidos a numerosos procedimientos invasivos y tratamientos que frecuentemente son dolorosos o al menos estresantes. Existe también el desafío del dolor postquirúrgico en fetos sometidos a intervenciones intraútero que han mostrado ser muy beneficiosas para la recuperación de algunas patologías.

Sorprende escuchar que aún haya médicos y científicos que debaten sobre si el dolor existe en estas etapas tempranas de la vida, ya que las fallas en su control pueden significar una vida adulta de mayor sensibilidad al mismo, e inclusive inducir secuelas con alteraciones emocionales y cognitivas permanentes. Esto contrasta con el relato de las madres, que muchas veces notan que sus hijos recién operados se “mueven más” dentro del útero durante los días siguientes a las intervenciones lo cual puede ser un indicador de dolor, además de otros indicadores objetivos. El debate es acalorado, con posturas que van desde el reconocimiento de la existencia de dolor, hasta otras que sostienen que las conexiones cerebrales no están lo suficientemente desarrolladas para permitir un estado de conciencia del dolor. Aunque ha habido muchos avances científicos durante la última década en el entendimiento de los mecanismos de dolor en el niño y su diagnóstico y tratamiento, poco se ha logrado en aquellos más vulnerables y con menores posibilidades de manifestarse, como es el caso de los fetos y neonatos.

Conviene aquí mencionar a la declaración de Montreal del 2003, de la IASP y sus 64 capítulos locales -incluida la Argentina-, en donde se dictaminó que el acceso al control del dolor es un derecho humano fundamental. Sin embargo, identificó una triste lista de razones por las cuales tal control permanece inadecuado a nivel mundial. Entre ellas, la que quizás más impacta es la falta de reconocimiento de la Medicina del Dolor como especialidad, con un cuerpo de conocimiento único y objetivos de tratamiento específicos y basados en la investigación y programas de entrenamiento especialmente diseñados. La declaración va más lejos, enfatizando la dignidad intrínseca de todas las personas y denunciando que la retención de medicamentos contra el dolor, sea por discriminación, descreimiento o fallas en el diagnóstico y tratamiento apropiado, es profundamente erróneo y lleva al sufrimiento innecesario.

El dolor, sobre todo crónico, es un gran problema, y su solución requerirá de un compromiso gubernamental, institucional, y social que tenga siempre como centro ala persona que lo sufre, particularmente en condiciones de vulnerabilidad. La realidad de nuestro país, nos obliga a pensar que con una pobreza creciente y desprotegida habrá una fracción cada vez más importante de la población que en condiciones de vulnerabilidad esté cada vez más expuesta a sufrir dolores que con una condición socioeconómica más digna, serían evitables.

* Los autores son Investigadores del CONICET y Directores del Grupo Dolor – Mecanismos e Innovación Terapéutica, del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional dependiente de CONICET – Universidad Austral.

FUENTE: Perfil